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New balance MT1010v2
Hace más de un mes me compré mis segundas NB Minimus, encantado con las primeras Minimus que compré (Mt10v2) pero con la necesidad de tener algo más de «suela» para los terrenos de Fuerteventura (en mi vida he corrido por encima de tanta piedra…), decidí que un poco más de amortiguación pero manteniendo el drop de 4mm sería una buena opción.
A primera vista la zapatilla en azul eléctrico resulta bonita, vistosa y elegante a la vez, con esos colores que van a asegurar que nos vean desde mucha distancia (sobretodo el amarillo/verde limón de la suela). Cordones planos y finos, lo que aseguran que no van a desatarse fácilmente (como en ocasiones me ha sucedido con las anteriores Minimus). Se echa en falta el típico «bolsillo» donde poder meter los cordones una vez atados, no es que sea una gran molestia, pero si que resulta algo incómodo que los cordones te vayan dando en la pierna mientras corres (se cogen con las lazadas del empeine y listos).
Si con las MT10v2 la filosofía Minimus se llevaba a rajatabla… que nadie espere encontrar con las MT1010v2 las mismas sensaciones que con las MT10v2 o con cualquier otra zapatilla de la categoría Minimus. No son unas zapatillas minimalistas para nada. De minimalistas aguantan el drop de 4mm que respetan, pero al resto, la misma amortiguación que otras zapatillas que podamos encontrar en el mercado. Así que este punto queda aclarado.
Una vez puestas resultan muy cómodas, se nota la protección de más en la suela, y de paso me aseguro no tener más problemas en los metatarsos del pie a causa del pie «seca tintas» que me dijo un día el traumatólogo (agradecido estoy a las dichosas piedras majoreras). La protección en la puntera y en la zona del talón también es mayor que en otros modelos de Minimus que se puedan probar, poco a poco vemos como el concepto «Minimus» queda solo en la nomenclatura que le dan a la zapatilla.
Los primeros días salgo a correr sin plantillas, al igual que hago con las MT10v2 (en parte porque no caben, en parte sobretodo porque no las necesito al no tener molestias). Los dos primeros días sin problemas, salidas de hora y media – dos horas por terreno llano con ligeras subidas y bajadas rápidas. Al tercer día aparecen los males… la fascia lata de mi pierna derecha empieza a avisar que ponga plantillas… y el aquiles de la izquierda avisa claramente de que la zapatilla tiende a «torcerse» hacia adentro, llevándome a una pisada que no es natural y provocando algún que otro dolorcillo.
Así que plantillas adentro y se soluciona el problema de la cintilla… pero el aquiles sigue doliendo. Las zapatillas, al tener más suela que las MT10v2 y tener esta suela más «blanda» aguantan menos el peso y tienden a ceder hacia el interior (y eso que me mantengo en los 61kg…).
En cuanto a la suela fabricada por Vibram se agarra a las mil maravillas en cualquier tipo de terreno, aquí si que hay mucha mejor respecto a las MT10v2, con las que en más de una ocasión me he llevado algún susto cuando he querido bajar un poco a gas, y ya no hablemos si el terreno está húmedo… aunque sea en plano. Pero la suela también tiene que tener un pero… solo sacarlas de la caja ya se da uno cuenta… esos tacos del final de la suela… me da a mi que en la primera bajada a gas se desenganchan, y efectivamente, bajando por la Canal de la Serp (en la ruta de Cavalls de Vent) al llegar abajo veo como los tacos del talón estan despegados y a punto de arrancarse. No todo puede ser de color de rosas en unas zapatillas bonitas.
Otro punto a favor de las zapatillas es lo rápido que secan, subiendo por Els Empedrats tuve la «fortuna» de meter todo el pie dentro del agua… al cabo de un rato la zapatilla estaba seca y como si no hubiese metido el pie en ningún sitio.
Resultan unas zapatillas ligeras, bonitas y que ofrecen una amortiguación buena en comparación con otras Minimus… quizás por esos son las menos Minimus de todas ellas. Veremos cuantos kilómetros nos aguantan…
Entrevista Anton Krupicka por El Periódico
Hoy os dejo la entrevista que El Periódico le realizó ayer a Anton Krupicka, para los que no hayan tenido la oportunidad de leerla, ahí va: (original de Jordi Tió).
Una indisposición impidió que participara en la Transvulcania, en la isla de La Palma, el pasado fin de semana. Sin embargo, Anton Krupicka (29 años) tiene previsto regresar pronto a Europa, el próximo agosto. ¿La razón? Correr la Ultra Trail del Mont Blanc, la prueba de montaña más emblemática del mundo.
–¿Cómo se encuentra?
–Bien, bien… Fue una lástima. Pasé muy mala noche antes de la carrera, con mucha fiebre, y apenas pude dormir dos horas. No estaba en condiciones de correr.
–¿A qué edad se da cuenta de que, para usted, correr es algo más que hacer simplemente ejercicio?
–Empecé a correr cuando era muy niño y en la escuela, en 1995, me di cuenta de que era algo importante para mí. No era solo hacer ejercicio, sino algo mucho más profundo. Luego, especialmente en la universidad, descubrí esa necesidad de estar en contacto con la montaña.
–Y con solo 12 años va y corre un maratón. Algo precoz, ¿no?
–Bueno, para mí no era nada extraño. Corría cada día, me entrenaba bien y me gustaba. Era simple.
–¿También lo veían tan simple sus padres? ¿Algo dirían?
–Mis padres no son corredores, pero siempre me han dado todo su apoyo. Supongo que pensaban que hacía una actividad muy saludable y les parecía bien. Precisamente, el día de mi primer maratón, fue mi padre quien me llevó con el coche… Tres horas de viaje para ir y tres más de vuelta. Lo vivían como algo positivo y como veían que a mí me gustaba, pues ya les parecía bien.
–Y poco a poco empezó a construir toda una filosofía de vida.
–Correr por la montaña me permite darme cuenta de lo grande que es todo, el paisaje que me rodea, y lo pequeños que somos nosotros ante ese entorno, al que me siento integrado, del que formo parte y que tenemos que proteger. Es una sensación que hace que conecte con la tierra, con las montañas, y me permite mantener un equilibrio emocional.
–¿Y eso, cómo lo compatibiliza con la competición, el deseo de ganar?
–Me gusta competir, pero no corro para ser el mejor, sino para estar en contacto con la montaña.
–¿Pues dónde está el reto entonces?
–Bueno, cuando compito claro que quiero ganar, pero también hay otros retos que no se miden solo con el hecho de llegar el primero.
–¿Cuáles?
–En las grandes pruebas de 100 o más kilómetros me pongo a prueba constantemente, busco mis límites y trato de superarlos. Cuando empiezas a tener dolores por todo el cuerpo, cuando la cabeza te dice que no puedes más, el reto es traspasar esa frontera, superar esos momentos difíciles, aunque el dolor no se supera, el dolor solo se acepta.
–Y siempre con poca ropa encima…
–Cuanto menos cosas llevo, más experimento la naturaleza y, además, me permite correr más rápido. Por eso me gusta más el verano que el invierno. Cuando hay buen tiempo, puedo llegar a 4.000 metros de altura sin chaqueta ni pantalones largos. En invierno, con la nieve, todo es más complicado, aunque el paisaje sigue siendo precioso.
–Llegó a correr sin zapatillas…
–Te permite aprender a correr de una manera más eficiente, aunque hay que hacerlo de una forma muy lenta y progresiva ya que es fácil lesionarse. También te obliga a estar muy concentrado, con lo que mejoras la calidad de las zancadas.
–Tampoco tiene entrenador.
–Yo soy mi propio entrenador. No me gusta que me digan lo que debo hacer, especialmente en la montaña, ni que me hagan planes de preparación. Eso es algo que hago de forma instintiva. Además, ya he dicho que no quiero ser el mejor, así que tener un entrenador sería una contradicción para mí.
–Sé que practica la escalada y que admira a Reinhold Messner, el más grande alpinista de la historia, por la simplicidad de sus ascensiones y por llevar poco material, como usted. ¿Se ve haciendo un ochomil?
–Quizá en el futuro, cuando tenga 50 años… Sí, es algo que me gustaría, pero ahora estoy completamente concentrado en las carreras.
–¿Cómo afronta la Ultra Trail del Mont Blanc?
–Estoy ansioso por participar en esta prueba, la más espectacular del mundo y con los mejores corredores de todos los países. Será un placer competir con ellos y en los Alpes, donde no he estado todavía.
Minimalismo 1.0
En la pasada edición de Cavalls de Vent me rondaba una duda. Seguramente una tontería para muchos pero una curiosidad para mi (y para alguno más tengo que confesar).
Entre el cartel de participantes elites que acudían a la cita de Bagà se encontraba Aton Kupricka, corredor del equipo New Balance. A Kupricka se le ha empezado a conocer (muchos corredores de montaña le conocíamos de hace tiempo) hace relativamente poco en nuestro país. No resultaba muy extraño decir su nombre y que la gente te mirara con cara de extrañeza, bueno también decías el nombre de Kilian Jornet y te miraban con la misma cara, gracias a un programa de TV3 parece que ahora todo el mundo se íntimo suyo.
Kupricka es el actual abanderado del minimalismo, con todo lo que ello abarca. Escucharlo hablar sobre minimalismo es escuchar cómo explica una filosofía de vida en vez de hablar de las zapatillas que lleva (en lo que sólo se fijan muchos).
La duda que me rondaba por la cabeza antes de la Cavalls era si Kupricka sería capaz de correr con sus New Balance Minimus la dicha cursa.
Es cierto que ha corrido muchas pruebas de trail running con ellas, pero la orografía de la cursa que pasa por la Serra del Cadí tiene zonas algo «especiales» para ese tipo de zapa (y más con las condiciones climáticas del fin de semana de la carrera).
Nos plantamos en la salida y… allí aparece él, con sus New Balance Minimus dispuesto a correr una prueba con 12000 metros de desnivel acumulado. Cierto es que para la segunda mitad de la prueba pueden paracer un buen calzado (mucha pista para poder correr bien), pero para la primera mitad, a mi modo de ver, más técnica y con bajadas más «especiales» las veía una apuesta arriesgada.
Pero no era el único que corría con las «mal llamadas» zapas minimalistas. No. Jornet, Picas, Conway y más atletas del Salomon team y otros que no eran del Salomon team corrieron con «minimalistas» también.
Nadie se piense que me he vuelto loco no, Kupricka corrió con unas New Balance con un drop (diferencia de la suela entre la parte delantera y la trasera) de 4mm, y los otros corredores antes mencionados corrieron con las Salomon Sense… con un drop de 4 mm igualmente.
En el libro «Born to Run» de Christopher McDougall se explica la procedencia del minimalismo, la tribu de los Tarahumara que podían correr millas y millas en sus sandalias y la história de Caballo Blanco.
Al igual que entiende Kupricka, en el libro se entiende el minimalismo no sólo como con qué tipo de calzado corremos, si no con el hecho de correr con «lo mínimo», en general.
A mi modo de entender comparto en gran parte la visión de este minimalismo, el salir a correr con el menor equipamiento posible pero con el necesario, no por llevar cuanto menos mejor tenemos que forzar una «pájara» en un entreno largo o no cargar con un cortaviento en salidas en las que nos va a hacer falta.
Recuerdo que en mis primeras salidas largas por alta montaña (más de 2500 metros) mi Salomon Skin Slab 5L parecía que iba a reventar. No cabía nada más. Cosas y cosas y más cosas por el simple hecho de «por si acaso». Hasta el punto en que en muchas ocasiones se ha hecho hasta incómodo el correr con ese «lastre» en la espalda.
En la última Cavalls recuerdo haberle dicho a mi compañero; «- Creo que llevo demasiadas pocas cosas en la mochila». Incluso llevando el material obligatorio y algo más, tenía la sensación de que llevaba poca cosa.
Esta claro que cambia mucho si se trata de un entreno donde no nos pueden «asistir» en ningún punto o si estamos en una cursa donde encontraremos un avituallamiento cada X kilómetros y encima una bolsa a mitad de recorrido (de aquí que muchos élites vayan con lo mínimo, por el buen soporte que tienen en algunos puntos de la cursa).
El tema de las zapas da mucho de si, incluso pudiendo llegar a afirmar que corro minimalista…. pero con unas zapas con control de pronación y plantillas. Pero esto ya es motivo para verlo en la siguiente entrada del blog.
¡Salud y metros!